lunes, 7 de noviembre de 2011

MAD MEN; el arte de vender


El fenómeno que ha creado Mad Men en la televisión no tiene precedente; hace unos meses confirmó su estatus de serie reina al  ganar por cuarta ocasión consecutiva el premio Emmy a la mejor serie de Drama.  Cada una de las cuatro temporadas que lleva hasta el momento ha elevado la calidad y sobrepasado cualquier expectativa de la anterior. La pregunta que se hacen todos los críticos radica en la fórmula del creador Matthew Weiner  para lanzar un producto de tal calidad y tan exitoso para la televisión.

 La trama nos ubica en la ciudad de Manhattan en la década de los 60 en la Madisson Ave donde Don Draper, protagonizado por John Hamm, es el exitoso jefe de creatividad y mercadotecnia de la agencia de publicidad Sterling-Cooper. La historia nos transporta a través de la vida ajetreada y corrompida de hombres y mujeres alrededor del negocio de la publicidad y las vidas personales, no menos turbias, que cada uno de los personajes principales lleva fuera de la oficina. 

Como segundo setting se encuentra la vida familiar de Draper, la cual exhibe a la sociedad Americana de la post-guerra. Su esposa Betty Draper (January Jones) es el estereotipo de la  American Housewife ya que cumple a la perfección con lo estipulado y los patrones sociales de la vida en los suburbios norteamericanos. 

El resto de los personajes giran alrededor de la agencia y la lucha por el dinero y éxito en una industria emergente en esa época como lo fue la publicidad. Se manejan varios estereotipos que, de cierta manera, mantienen la trama de esta historia vigente hoy en día. Un claro ejemplo es el de Peggy Olson (Elizabeth Moss) que representa a la mujer que se vale por si misma y abre su propio camino dentro de un mundo laboral dominado por “el sexo fuerte”.  



Otro personaje relevante  es Pete Cambell (Vincent Kartheiser) el cual es símbolo se la juventud y lo difícil de mantenerse activo para dar sustento a un matrimonio joven debido a las presiones sociales y laborales. Alrededor de su personaje se tratan temas como la infidelidad, la adopción y el machismo. 



La secreta homosexualidad del personaje del director de arte Salvatore Romano (Bryan Batt) evidencia los prejuicios sociales y el miedo con el que se vive siendo homosexual. Estos son solo algunos personajes que conocemos a fondo lo largo de las temporadas y es por medio de lo que representan lo que los hace actuales a la sociedad globalizada en la que vivimos.  

El formato y estilo visual son algo particular y parte de la razón del éxito rotundo. Es el cuidado minucioso, llevado acabo por los directores de fotografía y montaje, el cual eleva la calidad y ubica a Mad Men dentro de una nueva categoría entre las series y seriales y el cine como lo conocemos. Esto último se une a la escritura de un guión diferente, en términos de velocidad narrativa, y logran un producto que, a pesar de ser pausado y, para algunos lento, cautiva al espectador.

En mi opinión, Mad Men no pretende tenerte al filo del asiento como otras series lo logran. Su intención es más bien la de transmitir, con sutileza y elegancia, los valores de la época disfrazados con un toque de modernidad que no desentona y le brinda actualidad al contenido. Es ésta la formula que ha posicionado a la serie en el número uno durante los últimos cuatro años.

Esperaremos ansiosos el regreso de Don Draper a la pantalla en el 2012 con la quinta temporada...